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Si algo ha logrado despertar en las últimas semanas Fernando Lugo en Paraguay, es una psicosis colectiva de regreso a la dictadura.
Dijo Jacques Lacan que la realidad es el soporte para el fantasma del neurótico, y en el caso del gobierno del cura Fernando Lugo, podría decirse que el fantasma que soporta con su realidad es la dictadura de Stroessner. Es que si algo ha logrado despertar en las últimas semanas Fernando Lugo en Paraguay, es una psicosis colectiva de regreso a la dictadura.
En la última semana el superintendente de Salud, Félix Ayala, fue noticia por realizar durísimos cuestionamientos al presidente Fernando Lugo y por comparar su gobierno con el del dictador Alfredo Stroessner.
Dijo que el mandatario debe renunciar antes de que un proyecto totalitario se consoliden en el Paraguay.
“Estamos viendo el desarrollo de un plan de ocupamiento de grupos radicales que están queriendo repetir esquemas de gobiernos que han rechazado todo el mundo durante todo el siglo XX y que el Paraguay no se merece la aplicación de esos modelos”, criticó Ayala.
Poco antes, varios legisladores habían acusado al cura de seguir el manual de Stroessner en busca de eternizarse en el poder. La diputada Alfaro de Franco afirmó que también Stroessner decía que no buscaba su reelección, pero que se sacrificaría a pedido del pueblo. “La misma cosa decía Stroessner. Él decía que no quería (la reelección) pero que el pueblo le pedía (…) Lugo nos tiene acostumbrados a esto, con piolita tiene una cosa y después tira otra”, dijo la legisladora en conversación con la prensa.
Y el pedido del pueblo no se había esperar.
Se invocaba en su nombre a “la trilogía imbatible del Gobierno, Fuerzas Armadas y Partido Colorado en la realización de los caros anhelos de un pueblo digno de este esplendor de paz, trabajo, bienestar y progreso acelerado”.
En los mismos términos hoy hablan los tiralevitas del gobierno arzobispal, elogiando los fantasiosos números de la macroeconomía supuestamente alcanzados por un gobierno ausente. “Lugo nos acostumbró a vivir sin gobierno. ¿Quién gobierna el Paraguay? Nadie lo sabe” había señalado recientemente el agudo analista Juan G. Granada.
Haciendo memoria
Intentar disfrazar un regreso a la era de “paz y progreso” ahora con Fernando Lugo, como un supuesto giro hacia la izquierda bolivariana no es un show nuevo para personeros del National Endowment for Democracy como Humberto Rubin y otros seudocomunicadores venales. Aunque la victoria electoral del obispo Fernando Lugo sobre los 61 años de hegemonía del aparato clientelista del estado teñido del signo político colorado ha tenido diversas interpretaciones, y complejas y múltiples causas, es imposible ignorar el decisivo apoyo del sector otrora liderado por el desaparecido dictador Alfredo Stroessner, que gobernó en Paraguay durante 34 años (1954-89) y en tiempos de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética se convirtió en pieza clave del Plan Cóndor.
Aunque el sector contribuyó con sus votos, aglutinados en torno a su nieto, el hoy senador Gustavo Alfredo Stroessner Domínguez, aún más decisivas resultaron sus influencias en Washington y el apoyo del grupo multimedia que maneja su familia.
El apoyo de los Stroessner al Obispo Fernando Lugo pretendió ser ocultado, pero empezó a hacerse público cuando un sobrino del dictador, el senador Julio Osvaldo Domínguez, fue sorprendido abandonando la residencia del obispo en la valijera del automóvil del diputado Rafael Filizzola. La prensa siguió a Filizzola por varias cuadras, hasta que pudo constatar que Domínguez salía del interior del baúl para abordar su propio carro.
Luego se desnudó la alianza cuando el sector de Stroessner apuntaló la candidatura de miembros a la Corte Suprema impulsados en conjunto con el luguismo, y cuando periodistas que trabajan para la familia empezaron a defender al régimen arzobispal desde los medios de la familia.
Poco tiempo pasó para que Fernando Lugo iniciase una cacería de comunistas igual o peor a la emprendida por Stroessner, con el argumento de perseguir a la guerrilla marxista del EPP.
Votos anticomunistas contra Hugo Chávez
Los votos de los grupos anticomunistas que apoyaron al dictador Stroessner desde el mismo partido colorado (ANR), identificados con la disidencia en el partido de gobierno, decidieron apoyar la candidatura del clérigo presidente Fernando Lugo al constatar que éste era respaldado por la embajada norteamericana, y de que su supuesta adscripción al socialismo del siglo XXI y a la teología de la Liberación era apenas un golpe publicitario ideado por su equipo de prensa, integrado entre otros por el periodista Ausberto Rodríguez, quien por mucho tiempo se presentó como partidario del castro-comunismo.
Luego de ganar las elecciones, el obispo selló pactos con el general golpista (y “narcofascista”) Lino Oviedo y con la línea oficialista del partido colorado, a la que había derrotado con apoyo de la disidencia, que se indispuso con sus candidatos en unas internas en la que no estuvo ausente el enfrentamiento entre Hugo Chávez y George W. Bush. El sector que aportó votos al obispo fue el bando que tenía el favor de Bush, el de Luis Alberto Castiglioni.
Los partidarios del desaparecido dictador, aglutinados en torno a su nieto, prefirieron al clérigo Fernando Lugo por su proximidad al embajador norteamericano James Cason, antes que a los grupos identificados con el líder bolivariano Hugo Chávez dentro del partido de gobierno, que apoyan las políticas integracionistas del MERCOSUR.
En alianza con la Nunciatura Papal, el aparato de la NED y la USAID y sus ONGs, el decisivo apoyo de la familia Stroessner y su multimedia, la embajada norteamericana logró ratificar su hegemonía sobre la clase política y la sociedad paraguaya.
Operativos del Plan Cóndor y su apoyo a Lugo
Esta enorme influencia había sido consolidada precisamente durante la dictadura anticomunista de Alfredo Stroessner, sembrando el terror con asesores y torturadores como el Coronel Robert K. Thierry, quien organizó los sanguinarios cuadros represivos del dictador a fines de la década de 1950. Uno de los principales seguidores del obispo, el doctor Oscar Insfrán, ha sido un verdadero precursor del operativo Cóndor y hoy se ha convertido en uno de los organizadores de la Santa Inquisición en este territorio por segunda vez colonizado y despojado por el Vaticano.
Da fe de la colaboración de Ynsfrán con la CIA un memorando fechado en Washington el 8 de Octubre de 1956, en el que se le asigna como asesor de la temible Policía política y en el que aparecen como participantes en los papeles Mr. Da Silva, primer secretario de la embajada paraguaya, Dr. Insfrán (el seguidor del obispo), segundo, Mister Rubottom (ARA) Y Mister Havemeyes (OSA). Se consigna en el documento que se envió una copia a la embajada de Asunción, cifrado ARA (Mr. King), ICA (Mr. Atwood), ARA (Mr. Rubottom) y OSA.
También se aclaraba en los documentos confidenciales norteamericanos que el Dr. Insfrán era el hermano del temible ministro político de Stroessner Edgar L. Ynsfrán. Estos antecedentes sangrientos que no le impidieron aparecer públicamente en compañía del obispo Fernando Lugo como uno de los puntales de su proyecto político en múltiples ocasiones sin inconvenientes.
Orlando Fiorotto, un conocido partidario de Stroessner que perdió su puesto en la embajada de Buenos Aires por sus antecedentes de represor estronista -hoy electo senador-, recorrió varios barrios de Asunción instando a los seguidores del desaparecido dictador y a otros disidentes colorados a votar por el obispo Fernando Lugo.
Otro conocido represor de tiempos del dictador, Luis Aníbal Schupp, también se destacó como activo operador político del obispo.
Liberales stronistas y la CIA
Muchos de los liberales que apoyaron al dictador Stroessner, como Carlos Alberto González o Alfredo Luís Jaeggli, también se plegaron a la alianza del clérigo, incluso González, tras la victoria electoral del 20 de abril, fue presentado como la máxima autoridad en materia de reforma agraria.
González fue constituyente en el año 1967, cuando se votó la constitución por la cual Stroessner gobernó en Paraguay por décadas.
Pero no sólo los liberales estronistas acompañaron con pasión al engendro chapista sufragado por el imperio. Todo el andamiaje de la CIA y sus extensiones y derivados, como USAID, la National Endowment for Democracy y la prensa adicta al imperio, se jugó por el obispo Fernando Lugo el 20 de abril.
En Paraguay, basta que un funcionario norteamericano visite el país y establezca sus lineamientos a través de la prensa, para que un coro polifónico de personajes vinculados a las ONGs, USAID, IAF, NED y periodistas de la misma índole levanten sus voces como un enérgico eco del visitante. Es lo que sucedió a principios de 1999, cuando bastó una visita del promotor del Plan Colombia Peter Romero y unas declaraciones en contra del gobierno de turno, para que se movilice todo el aparato manejado desde la embajada norteamericana de Asunción: beneficiarios de USAID, ONGs, movimientos políticos subsidiados por NDI, IAF, periodistas a sueldo de la NED y sus patrones los jerarcas de la SIP.
En Paraguay, llamó la atención que las ONGs recibieran fuertes donaciones a partir de la llegada al país del embajador James Cason, un conocido desestabilizador apadrinado por Otto Reich. El objetivo de la operación encubierta era sufragar la alternancia en el poder, ubicando al obispo Fernando Lugo en la presidencia de Paraguay.
Entre las numerosas organizaciones beneficiarias de estos dólares distribuídos por la administración de George W. Bush que apoyaron a la campaña del obispo, sobresalieron Gestión Local y la Casa de la Juventud, que financiaron con fondos de USAID e IAF a los movimientos Tekojoja y Pmas, como en Nicaragua la NED y otros organismos alternativos de la CIA propiciaron la elección de Violeta Chamorro en 1989.
Las organizaciones no gubernamentales y voluntarias –lo que hoy conocemos por sociedad civil— son conocidas como una extensión de las políticas neoliberales de EE UU en todo el mundo.
La CIA y la US Agency for International Development (USAID ó AID) tienen un protagonismo central en el esquema de promover las ideas y hechos políticos favorables al imperio, y a ellas se añadió un nuevo organismo, creado en 1983, bautizado como The National Endowment for Democracy (NED).
En Paraguay, la NED ejerce un control total sobre la prensa mediática, a la que presenta listas indicando cuáles son los referentes políticos que puede promocionar. Son los principales referentes de la NED los propietarios de ABC color y radio Ñandutí, Aldo Zucolillo y Humberto Rubín, dueños de gran parte de lo que en el país se puede decir.
En Brasil, a comienzos de los 60, se utilizaron idénticas operaciones de la CIA junto a las de la sociedad civil opuesta al gobierno, con el resultado de provocar el golpe militar de 1964 contra el presidente Joâo Goulart, que dio comienzo a 20 años de una represión política indescriptiblemente brutal.
En fechas más recientes coordinaron un golpe mediático contra el gobierno de Raúl Cubas en Paraguay (marzo de 1999) y aceitaron a la sociedad civil de oposición al gobierno venezolano de Hugo Chávez, donde el papel de organismos gubernamentales estadounidenses, la CIA y otros como la AID y la NED detrás del fallido golpe de estado de abril de 2002 fue evidente.
El embajador norteamericano James Cason, como un flautista de Hamelín dedicado a cantar folklore paraguayo, fue determinante para alinear a todas las ONGs y fundaciones que reciben dólares americanos detrás del clérigo-presidente, sobrino del agente de la CIA Epifanio Méndez (delatado por Agee) y que perpetúa hoy la tradición familiar.
¿Volverá el imperio a jugarse por el vitaliciado y la “democracia por etapas”en Paraguay, cambiando las botas militares por la sotana? ¿Está en marcha un nuevo ”único líder”, bajo influjo del fantasma de Stroessner?
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