jueves, 29 de julio de 2010
FERNANDO LUGO, HEREDERO DE LA GESTAPO
En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, el general Hugh Knerr, del comando de administración de fuerzas estratégicas de Estados Unidos en Europa, sugirió al general Carl Spatz apoderarse de la organización y los mejores cerebros nazis, a fin de no permanecer por varios años rezagados con respecto a campos que los alemanes ya habían investigado. La idea implicaba dotar de impunidad a numerosos criminales de guerra, los cuales serían reciclados por su utilidad, independientemente de su pasado.
Asi nació el Proyecto Paperclip, que según el investigador Christopher Simpson facilitó la entrada a Estados Unidos de unos diez mil criminales de guerra nazis entre 1948 y 1952.
El caso más flagrante lo constituyó el de Wernher von Braun, nazi convencido, quien entre 1937 y 1945 dirigió el centro de investigaciones aeronáuticas de Peenemunde, entre cuyos muros perdieron la vida un gran número de prisioneros en experimentos con humanos que involucraban aceleraciones extremas, caídas desde cierta altura, calor, frío y presión extrema, falta de oxígeno y mucho más. Sin embargo, Von Braun era el mayor experto alemán en materia de cohetes, lo que le valió ser nombrado director asociado de la NASA, en Estados Unidos.
Esta historia en la penumbra, dista mucho de haber escrito su epílogo.
EXPERIMENTOS CON HUMANOS
En abril de 1996, en medio de una epidemia de meningitis que estaba causando la muerte de numerosos niños, Pfizer intervino voluntariamente en un programa de emergencia que había lanzado la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La forma de colaboración de Pfizer habría sido, entre otras, el envió de “Trovan” y “Ceftriaxone”. Según consta en la denuncia, la compañía seleccionó a 200 niños para un tratamiento experimental basado en estos fármacos. Se suministró Trovan a 99 niños, y Ceftriaxone a otros 101. Los medicamentos causaron la muerte de 18 niños y generaron secuelas irreversibles (malformaciones, ceguera, parálisis o daños cerebrales) a 182 más.
Los experimentos con humanos no son patrimonio nazi, ni de sus asociados a través del proyecto de blanqueo con el cual Estados Unidos los protegió, la Operación Paper Clip.
También son permitidos en Paraguay por el gobierno del cura Fernando Lugo, quien autoriza el empleo de fármacos experimentales en la población indigente del país, por medio de convenios con la embajada yanqui. La historia no es nueva: el Paraguay cobijó durante dictaduras neo-nazis de otros tiempos al mismo “angel de la muerte” de Auschwitz, Joseph Mengele, quien se complacía utilizando como cobayos a los nativos aché.
Así defiende hoy la soberanía el cura Fernando Lugo: permitiendo a USAID manejar la salud pública, desarrollar proyectos experimentales, probar medicamentos no autorizados legalmente en EEUU y encarar programas de control de natalidad.
Esto último porque más fácil, obviamente, matar a guerrilleros del EPP en el vientre de sus madres que a través de las hordas bárbaras del ministro Filizzola.
CLASE OBRERA VEJADA Y REPRIMIDA POR FERNANDO LUGO
Las similitudes entre el régimen clero-fascista del cura Fernando Lugo y los nazis no terminan en el desprecio por la vida humana que implica el utilizar como cobayos a seres humanos, la policía arzobispal no tiene nada que envidiar a la Gestapo cuando de reprimir a obreros se trata.
Una nueva muestra de brutalidad ha dado el gobierno clero-fascista esta semana, reprimiendo con brutalidad a un grupo de trabajadores de una acería, y demostrando lo aventajado que está como discípulo de Alvaro Uribe y socio de Estados Unidos y Alan García.
Fue después de las 13 horas del miércoles, y es la tercera represión de la Policía que repelen los trabajadores y trabajadores junto con sus familiares desde anoche. Hay al menos cuatro derivados al hospital regional por cachiporrazos y balines de goma, y dos arrestados. Uno de ellos fue demorado por intentar socorrer a otro compañero que estaba en el piso y a punto de ser golpeado por los cascos azules. De vuelta a las 16 se reanudó otra represión policial.
Todo se desató el martes, luego de que los 500 trabajadores y trabajadoras en huelga, junto con sus familiares, se convencieran de que la postura tibia del gobierno de Fernando Lugo en la mesa tripartita de negociaciones obrero-patronal, favorece a los empresarios de Acepar que violan las leyes medioambientales, laborales, sociales y fiscales.
La represión arzobispal no se limita a la trabajadores del acero, también alcanza a educadores y otros estamentos de la clase proletaria del país, en tanto los indígenas permanecen a la intemperie a merced de una ola de frío polar, que ya se ha cobrado una decena de vidas humanas en Paraguay.
Con respecto a las políticas sociales del gobierno, fuentes parlamentarias señalan que ni una sola familia saldrá de la extrema pobreza por la falta de apoyo técnico y control, citando que el programa Tekoporá tiene un presupuesto de más de 200 mil millones, con una ejecución de apenas 68 por ciento. Se ha dicho que el Estado se está endeudando con dichos programas y los resultados no están a la vista.
Como en la gran represión nazi de obreros en el año 1935, y los experimentos con humanos de Joseph Mengele en Auschwitz, la pesadilla nazi continúa en Paraguay, tierra prometida de varios jerarcas e incluso precursores del nazismo.
El 4 de noviembre de 1933 el canciller Adolf Hitler recibió en Weimar de manos de Elisabeth Forster Nietzsche (de regreso en Alemania luego de su estadía en Paraguay) un bastón que había pertenecido a su hermano. Elisabeth también le leyó en la oportunidad una carta que su marido, consumado agitador antisemita, había dirigido a Bismarck en 1879 quejándose de la invasión de Alemania por el espíritu judío. Con el bastón de Nietzche en mano, Hitler atravesó la muchedumbre en medio de aclamaciones antes de abandonar la ciudad.
Tal vez la tumba de Forster, enterrado a pocos kilómetros de la capital paraguaya, algo tenga que ver con lo fértil que resultaron las ideas nazis en estas latitudes, considerando la perdurable impronta que han dejado en la política paraguaya y la forma en que siguen aprisionando a su presente.
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